¿El disco es el problema?

Es curioso que en lo que llevamos de curso ya me haya pasado un par de veces que los alumnos me digan que están llevando a su perro a ver a un modificador de conducta y que les han dicho que sería mejor que dejaran de jugar con el disco una temporada. A criterio del adiestrador, las clases de disc dog son contraproducentes debido a que generan una ansiedad excesiva en el perro.

Por supuesto, los alumnos han tomado una decisión correcta, haciendo caso a su adiestrador. Sería una tontería negar que el disco es un motivador muy fuerte, más aún si contamos con que supone un rato de atención y juego con el guía (lo que más le puede gustar al perro) Y si encima ese motivador, vuela y corretea por el suelo, y lo puede morder…

Desde luego es mucho más fácil realizar cualquier trabajo de modificación de conducta retirando cualquier detonante o adiestrar retirando cualquier distracción del entorno. Pero ¿Y si lo que queremos es saber enfrentar los detonantes y que el perro aprenda a controlar sus impulsos? Bien es sabido por todos que cuando encontramos un problema hay dos formas de actuar: evitarlos o enfrentarlos. 

Lo primero que propongo, tanto a adiestradores como a propietarios, es reflexionar sobre cual es realmente el problema. ¿Es el disco o el entorno que se genera con el disco? ¿Es el disco o la generación de expectativas por parte del propietario, el parque y otros perros alrededor? ¿Es el disco o una constante sucesión de actividades y de objetivos por cumplir lo que generan que el perro sufra esa ansiedad?

No es extraño que la mayoría de los perros que sufren este tipo de comportamientos sean perros de los denominados de trabajo. Muchos pueden pensar que esto es una cuestión de genética, ya que son perros predispuestos a trabajar y a agradar. Yo más bien creo que es culpa de la generación de expectativas de sus propietarios.

Y es aquí donde viene mi primer mi primera aportación, que no es nueva ni la he inventado yo: dejemos a los perros ser perros.

Por otro lado, me parece muy aventurado por parte de cualquier adiestrador decir que la asistencia a una clase en la que precisamente se enseña a jugar con el perro y en la que ponemos especial interés en que se controle la ansiedad y su comportamiento en general, para conseguir que esté centrado en el juego y en el trabajo a realizar, sea algo que tengamos que retirar del proceso de formación. Es como si yo le dijera alguien que no lleve a su perro a practicar Agility porque va a desenfocarse del juego del disco, cuando, por el contrario, el Agility es una actividad que enseña a los perros a saltar de una forma correcta y apropiada.

El problema reside en nosotros ya sea jugando con el disco, con la pelota dándoles de comer, jugando con otros perros o sentados en el sofá viendo la televisión. El problema está en los propietarios que se encaprichan sin medida y obsesionan a sus perros, igual que hacen muchos padres cuando llevan a sus hijos a jugar al fútbol a la baby escuela, y pretenden que el entrenador y los niños jueguen como si fueran profesionales. El problema está en salir a la calle a pasear con los discos debajo del brazo, como si el hecho de pasear con el perro y correr por el campo hubiera perdido ya interés y emoción. El problema está en que «como tengo un Border Collie» le tengo que enseñar al perro a hacer palmas con las orejas con 2 meses y a hacer el pino llevando una cerveza en el rabo con 4.

Desde luego, el problema no está en ir a una clase, en un entorno en el que otras personas que han tenido problemas similares te pueden alertar de que tu perro sufre de ansiedad, u orientar sobre cómo jugar con tu perro para que esos problemas desaparezcan o no surjan.

En nosotros está la posibilidad de darle una solución a estos comportamientos enfrentándolos y enseñando a nuestro perro a jugar. O también podemos rehuirlos, eliminando los factores que los hacen aparecer y encerrándonos en casa. Pero tened en cuenta que rehuir los problemas hoy, no te exime de que vuelvan a aparecer mañana.

Dejar el disco (o lo que sea) una temporada, no es algo disparatado. Es algo acertado siempre que se tenga en cuenta que el objetivo es introducirlo de nuevo, paulatinamente y sin obsesiones. Enfrentar el problema en pequeñas dosis para que el perro aprenda a controlar su ansiedad por sí mismo.

Pero para ello, claro, primero tendríamos que aprender a controlarnos nosotros. Ahí lo dejo, para que cada uno reflexione.

¿El disco es el problema?
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