Quizá, los que en su vida no hayan practicado formalmente un deporte no entiendan lo que quiere decir este término. Desde luego, no tiene nada que ver con el «Salto Base», así que no penséis que se trata de tirar al perro por un precipicio para que capture el disco.
No. Fuera de bromas. Desde que comencé a enseñar este deporte, tuve como premisa hacer entender que esto es un deporte humano/canino. Y el deporte base es esa parte del deporte humano que se dedica a crear escuela y afición.
Por desgracia, en el mundo canino se ha proyectado la imagen del perro como «trabajador» y la figura del humano como «entrenador»: pastoreo, agility, flyball… Incluso en las exposiciones caninas hay un gran trabajo detrás de las presentaciones de los perros. Pero todo esto, dista mucho de ser un deporte HUMANO (aunque se sude dando vueltas al ring). Últimamente han aparecido algunas modalidades deportivas caninas en las que el humano se moja con su esfuerzo físico y tecnificación. Canicross, Bikejoring… Disc Dog. Sí, disc dog. Desde el momento en el que la gente entiende que tiene que estar igual de preparada que el perro, nuestro deporte alcanza otra dimensión. Deja de ser un juego con el perro para convertirse en un deporte de competición.
Como en cualquier otro deporte de competición existen escuelas que se dedican a enseñarlo. Pero hay algo que me sorprende y que intento entender. ¿Por qué hay tan pocos niños en nuestro deporte? En las escuelas de deportes humanos, más del 80% son niños que van a aprender desde pequeños como participar en ese deporte. Llevamos a los niños con la intención de que aprendan a colaborar jugando en deportes de equipo y que aprendan a ser responsables de su parte del trabajo. A que tengan un buen desarrollo físico y mental. ¿No sería maravilloso que los niños aprendieran a disfrutar de los perros desde pequeños, colaborando con ellos en una actividad deportiva que les habla de responsabilidad, trabajo, entrenamiento físico, tecnificación,… Adiestramiento, sentido común, comprensión, vinculación… ?
Comprendo que, en muchas ocasiones, el perro es, en cierto modo, ese sustituto de los hijos, que las parejas o personas solteras tienen para hacerles compañía o porque no les gustan demasiado los cachorros humanos. O simplemente prefieren los caninos, porque son geniales y crecen más deprisa. Pero sé de muchos hogares que tienen a sus perros aburridos (y fofos) y a los niños hastiados de fútbol, tenis, baloncesto, ciclismo y yo que sé que otros deportes. No quiero decir que no enseñen otros valores, pero creo que aprender a comprender la forma de pensar de tu perro te enseña más sentido común y valores más cercanos a los sentimientos de las personas, que pueden hacer de ti un ser humano más completo.
Creo que ya es hora de que mucha gente se entere de que el perro es un gran compañero que está desaprovechado en la mayoría de las ocasiones. No es solo un adorno con pelo de la casa. No es solo una manta para abrigarse en el sillón mientras ves la tele. No es solo un compañero de juegos y de aventuras imaginarias al que disfrazar de Señorita Pepis. Ni es un engorro tenerlo que pasear antes de acostarte.
El perro es un EDUCADOR ÚNICO. Por eso, desde estas líneas, me gustaría hacer un llamamiento a los padres para que empiecen a considerar nuestro «deporte de perroflautas» como una actividad deportiva y EDUCATIVA para sus hijos. Y a la vez, estarán haciendo un gran bien a su perro. Les aseguro que ver crecer el vínculo de un hijo con su perro es enriquecedor para toda la familia.
Olvídate por un momento de los Cristianos y los Messis millonarios que todos quieren hacer de sus hijos, y conviértelos en mejores personas. Por lo menos eso dicen siempre, que los perros nos hacen mejores personas.
Si tienes un perro y un niño en casa, prueba a hacerlo. Acércate a una escuela, a un club canino… Y pregunta: «¿Podría mi hijo practicar este deporte?» Supongo que en algún sitio te pueden poner una cara rara, pero en la mayoría de nosotros, verás una enorme cara de felicidad.
Ya es hora de hacer deporte base en el disc dog.
