Month: febrero 2016

¿A qué edad puedo comenzar a enseñar disc dog a mi perro?

¿A qué edad puedo comenzar a enseñar disc dog a mi perro?

«Acaba de llegar a casa un cachorro y estamos muy ilusionados. Hemos visto vídeos de disc dog y nos encantaría aprender a jugar con él. ¿Cuándo podríamos empezar a ir a las clases?»

¿A qué edad puedo comenzar a enseñar disc dog a mi perro?

Esta pregunta me la hacen tan frecuentemente que he pensado que sería interesante dejarlo escrito en un artículo público. No solo por ahorrarme el escribirlo una y otra vez, sino porque creo que es algo educativo y que ayudará a mucha gente a no hacer locuras con su perro.

Scott huele FlorComo ya sabéis la mayoría, las articulaciones de los cachorros no están formadas del todo hasta bien avanzado el año. Y muscularmente, nuestro perro no está en plenitud hasta los 3 años o así (esto puede variar un poco según razas, pero es una buena referencia). Mira este link de la guía del Border Collie, es válido para casi todas las razas. Por otro lado, no debemos olvidar que el disc dog es un deporte extremo. Los perros alcanzan velocidades de vértigo, realizan saltos a gran altura, cambios bruscos de dirección, giros en el aire… MUY EXTREMO. Yo creo que su cuerpo sufre lo mismo y está al mismo nivel de riesgo que el de un esquiador de descenso extremo, para que os hagáis una idea. Por lógica, no pondríais a vuestro hijo de 3 años en lo alto de un pico para que lo descendiera a 80 kmh. Pero ¿Por qué no ponerle los esquíes en un llano o dejarle jugar con la nieve?

Hay muchas formas de iniciar a un perro. Pero sobre todo, cuando llega a casa, lo que tienes que hacer es socializarlo, acostumbrarlo al mundo y crear un vínculo maravilloso con él. Tienes que dedicarle tiempo y atención para que se sienta unido a ti y lo que más le plazca en el mundo sea agradarte y jugar contigo. Y así, jugando, ya verás qué fácil es enseñarle algunos comandos esenciales y sencillos (sienta, acuesta, quieto… TRAE). Empieza a jugar en casa con diferentes juguetes por el suelo y poco a poco enséñale a que te los traiga para seguir jugando. Seguro que si dejas rodar una pelota por casa ya la persigue con 2 meses… Pero ten cuidado que estos perros se vuelven «Yonkis» de pelota. Es preferible que uses diferentes juguetes y que el nexo de unión con el juego sea siempre el mismo: TÚ.

Para todo este proceso, la mejor clase es TU CASA. Bueno, tu entorno, quiero decir: paseos, parque, jardín…

Ojo con la pelota. ¡Es un vicio muy malo!
Ojo con la pelota. ¡Es un vicio muy malo!

Por otro lado, no dudo que le pueda venir bien relacionarse con otros perros, de diferentes razas y caracteres. Para eso si que es recomendable ir al parque. Pero siempre de una forma controlada, sabiendo a qué perros se acerca (hay perros que pueden tener malas pulgas o miedos), si tu cachorro molesta o no… Venir de oyente a nuestras clases es una buena idea, ya que conocemos a todos los perros y la mayoría somos conscientes de qué perros son más «propensos» a meter un revolcón a un cachorro y cuales están dotados de una paciencia infinita.

Entre los 4-5 meses, los perros cambian los dientes. Es entonces cuando uno de esos juguetes que tires rodando por el suelo puede ser un frisbee, pero de plástico, no de goma, para que se acostumbre a él. Por ejemplo, como éste. Recuerda que el disco no es un mordedor. El objetivo es que te lo traiga, no que lo masque. Así que es importante que lo atrape y te lo acerque o entregue, sin que se lo lleve a su «guarida» a hacerlo pedazos. Si le dejas hacer esto, te va a salir muy caro el disc dog.

Es por ello que, mi recomendación es que empiecen a jugar con el frisbee (sin saltar, solo capturas sencillas de discos rodados), a partir de los 5-6 meses e ir, paulatinamente, cambiando a discos atrapados a muy corta distancia. Por supuesto, todo esto dependerá de la experiencia del discdogger lanzando y colocando los discos. Si eres muy fallón, tu perro tendrá que forzar más tu cuerpo para atraparlos, así que aprende a colocar discos antes de empezar a hacer que tu perro los atrape en el aire.

Scott cachorro y yo con más pelo
Scott cachorro y yo con más pelo

A partir de los 8 meses, ya podemos jugar un poco más largo, a distancias medias, y a realizar pequeños saltos. Por supuesto que hay perros y cachorros que saltan por naturaleza. A lo que me refiero es a que no les forcemos a saltar, ni a repetir saltos una y otra vez.

A partir del Año, empezamos a enseñarle los apoyos, a subirse y bajar de nuestro cuerpo, para que se sienta confortable. Siempre poniéndolo fácil y sobre un suelo que amortigüe su bajada.

A partir del 1,5 años podemos jugar plenamente… No obstante, es mejor no forzar la máquina, a nivel competitivo, hasta los 3 años que ya están en su plenitud y completamente desarrollados muscularmente. También es necesario hacer una buena revisión ósea, realizando placas de caderas y codos, para descartar posibles displasias. Esto puedes hacerlo al año y medio o dos años.

Desde mi punto de vista, ésta sería una buena evolución para el perro.

@Nadine Krei
@Nadine Krei

Otra cosa, eres tú, el humano. Tú puedes aprender a lanzar desde el primer momento, para que tu perro no se encuentre con un lanzador frustrante cuando empiece a aprender. Y puedas ofrecerle una base perfecta para sus capturas y un aprendizaje genial y divertido. Además tú te irás divirtiendo y avanzando para que, cuando puedas empezar a jugar a media distancia, tener una amplia variedad de lanzamientos que puedes hacer a tu perro.

Como sabéis, realmente, las clases son solo una parte de nuestra escuela. Somos una asociación de amigos, así que desde el primer momento puedes venir a aprender y a pasarlo bien con tu cachorro, aunque sea lanzando y practicando con otros alumnos.

Espero que este artículo os sea de ayuda.

Perros Atrapapatatas

Perros Atrapapatatas

Perros Atrapapatatas

Aunque lo pueda parecer, no se trata de una raza de perro griega o lituana. Los atrapapatatas son una especie engendrada por mérito y esfuerzo de los discdoggers aprendices. Y son una frágil joya sobre la que pende el mazo de la inexperiencia.

potatocatcher

Por lo general, la mayoría de nosotros, discdoggers, hemos tenido un Potatocatcher al principio de nuestra fructíferacarrerallenadeincontableséxitos . Básicamente, ninguno nace sabiendo y, por mucho que queramos aparentar lo contrario, nuestros inicios han estado llenos de discos flácidos, mal colocados, sin giro y dios sabe qué más. Así que nuestro primigenio compañero se enfrentaba a dos alternativas: partirse el cuello por agarrar lo que saliera de nuestras inexpertas manos o abocarse a la frustración de recoger discos cargados de tierra y lombrices. Scott fue un maravilloso atrapapatatas que antepuso el juego ante cualquier decepción. Loados sean los Border Collies.

Ahora bien, en el momento en que, a base de práctica, experiencia y tesón, afinamos nuestra precisión y aprendemos como conseguir que nuestro perro no falle por méritos humanos, colocando los discos en ese sitio exacto donde sabemos que estará en décimas de segundo (bendito sea el timing) el instinto patateador se marchita cual flor sin agua. Scott, por ejemplo, se volvió vago…Bueno, no puede considerarse hacerse vago a correr a toda velocidad a donde considera que tienes que colocar el disco. Más bien, confiado, ya que cuando jugaba con niños, seguía permaneciendo atento a la obtusa dirección que pudiera tomar el disco al más puro estilo del pastoreo escocés que supuestamente corre por sus venas.

Por un lado, me enorgullece la confianza de Scott corriendo a la zona de bonus sin poner en duda que el disco caería allí… O debería caer allí, claro, porque luego el disco no llega, se va hacia un lado o sube más de la cuenta… Yo no soy perfecto y Scott se despistaba. Eran otros tiempos.

Luego llegó Jett. Y yo, había aprendido bastante, gracias a mi buen escocés. Desde su primer día intenté que no existiera frustración alguna. Colocar todos los discos en su sitio. Evitar los fallos por mi mala ejecución. Que nunca hubiera una posibilidad de lesión. Buenos apoyos, flips colocados, lanzamientos a corta distancia… Y de repente veo que los discos que no le vienen a huevo… ¡Los rechaza! ¡Me @#¢¬ en sus muelas!

Con el tiempo y con ciertos ejercicios hemos conseguido que esto pase pocas veces (aunque sigue pasando). No deja de ser un poco desesperante el tener un perro que te exige una precisión pluscuamperfecta mientras otros perros recogen una auténtica lluvia de albóndigas. A veces añoro el tener un atrapapatatas.

Así que surge la duda… ¿Quizás es mejor no lanzar bien y dejar que el perro se lleve el mérito y se convierta en un «atrapa todo»? Aquí llega el verdadero sentido de toda esta historia.

LANZAR BIEN ES IMPRESCINDIBLE DESDE EL PRIMER DÍA.

En primer lugar, nunca pondrás a tu perro en peligro. Partiendo de que nadie es perfecto, la altura de mis vaults está medida con escuadra y cartabón, rara vez lanzo un matagusanos (discos mal lanzados hacia el suelo, terribles para los trapecios y posibles torceduras en el tren anterior), y procuro jugar pensando en el viento para que no me haga malas jugadas en los flips. Entreno más veces solo que con el perro. Esto es solo un ejemplo. Si quiero que mi perro aprenda a atrapar discos difíciles, se los coloco medidos en el sitio donde sé que le va a costar, pero en el que no va a haber riesgo alguno para su integridad física. Y aún así, fallo algunos discos.

Aquellos que hemos tenido un atrapapatatas, hemos sido doblemente afortunados. En primer lugar por tener un perro que no se frustró y que creció ante la adversidad convirtiéndose en una auténtica Catching Machine. Pero, sobre todo, porque no sufrió ninguna lesión grave debido a nuestra inexperiencia.

Me alegro de que Jett no haya pasado por ello. Aunque sea una bocablanda. Prefiero que rechace un disco mal lanzado a que se arroje contra unos árboles y pueda partirse el cráneo. Y partiendo del hecho de que la salud de vuestro perro depende de nuestra precisión, NUNCA SE ENTRENA SUFICIENTE porque solo se admite la perfección. Así que, sed autocríticos y mejorad cada día. Aprovechad vuestro atrapapatatas sin ponerlo en peligro.

Y si no tenéis uno, pues a resignarse y a trabajar el doble… ¿Verdad «muyayo»?