Cuando uno se encuentra a cuatro «perroflautas» lanzando discos en un parque, ni de lejos se puede imaginar todo lo que hay detrás de este deporte. Quizás, alguien que se ha enfrentado al adiestramiento de su perro, o a algún tipo de modificación de conducta, puede pensar que hay un gran trabajo. Pero, realmente, lo que hay es mucho dinero. Gastado.
Hasta que profundizas en el deporte un poco, no te das cuenta de la cantidad de dinero que se gasta. No es solo cuestión de los discos o las clases a las que asistes, seminarios y demás que te queman la cuenta corriente hasta que dices… ¡Hasta aquí! Además, aumenta la exigencia del cuidado del perro (alimentación, medicamentos, veterinarios, lesiones, pruebas…). Eso sin contar, que cada competición se convierte en unas mini-vacaciones. Y si además de tu perro, tienes familia y pretendes ir a alguna competición internacional… Para que os hagáis una rápida idea, ir a una competición a Alemania, en furgoneta, dos personas y dos perros, con apenas gastos con una mano delante y una detrás, ronda los 1.000 euros (incluyendo gasolina, peajes, comidas, inscripciones y demás). Y lo peor, es que es adictivo y cada vez quieres ir a más competiciones. Vamos, que necesitas una cuenta corriente de millonario.
Cuando se ve este flujo de dinero saliendo de tu bolsillo, es corriente caer en el error de pensar que el disc dog puede convertirse en una fuente de beneficios, a la vez que realizas una actividad que te gusta. No voy a negar que yo lo pensé en su día. Es otro de los muchos errores que he cometido y de los que he aprendido. Este alumbramiento me costó en su día un puñado de enemigos y disgustos.
Así que formé esta escuela, con el objetivo de NO GANAR DINERO, aunque al menos no lo pierda mientras inculco este deporte a la gente, haciendo buenos amigos y disfrutando de días de parque, intentando no «mear en el territorio de otros» que si quieren ganar dinero e intentando crear un respeto recíproco con aquellos con los que me tiré los trastos en su día. Todo esto no es fácil. Muchos en este deporte hemos hecho un gran esfuerzo olvidando viejas rencillas y discusiones, anteponiendo el respeto por delante de los egos, con el fin de crear un buen ambiente.
Por ello, creo que hay que recordar a las nuevas generaciones que no han vivido esos «malos rollos» del pasado, que no se olviden de que esto es un hobbie para compartir con perros y amigos. (Aquí os podría hablar del «Síndrome de Obi Wan», esa enfermedad que padezco y que me mata de tristeza, pero mejor lo dejamos así. Los que me conocéis sabéis de lo que hablo y no hace falta ahondar más).
Así que me gustaría volver a recordaros que el disc dog no da dinero a los discdoggers. Ni siquiera ganamos un duro por las competiciones. Ni los competidores (que como mucho se llevan un saco de pienso y una medallita), ni los organizadores (que pueden quedarse satisfechos si no tienen que tirar de su cuenta personal para correr con los gastos). Con los seminarios y esas cosas… Bueno, hay algunos que sí lo ganan. Pero seamos sinceros, tienes que ser un buen discdogger (bueno de verdad, digo) y, sobre todo, saber enseñar. A mi se me da mejor lo segundo que lo primero, ya que en mis vitrinas no abundan los trofeos, y los que hay poco valen. Así que me conformo con enseñar en el parque a los amigos (¡¡y que me paguen la gasolina para bajar a Madrid, Gracias chicos!!) 😉
Pero si no eres ni lo uno ni lo otro (un campeón o un buen profe)… Pues como que no.
Para ganar dinero en la vida hay que invertir tiempo, dinero y trabajo, majetes. NADIE SE HACE RICO LANZANDO DISCOS. Ni siquiera se gana la vida. Un par de cervezas, a lo más. Así que no merece la pena dar la espalda a los amigos ni al espíritu que nos ha unido en el parque por muchas expectativas que tengas. Porque al final, ni disfrutas del deporte, ni del poco tiempo que tienes con tu perro.
Ya que no nos vamos a hacer millonarios en dinero, seamos millonarios en espíritu.
Moraleja: Si quieres dinero, búscate un empleo o juega a la lotería. Guarda el disc dog para tu tiempo de ocio.